viernes, 5 de julio de 2019

La batalla de Muret


Considerando la cruzada contra los cátaros, el Rey de Aragón Pedro el Católico, desafío a Simón de Montfort a una batalla que le resultó fatídica.

Jueves 12 de septiembre de 1213 por la mañana, en El Burgo de Moret situado a unos 20 kilómetros al sur de Tolosa de Francia, Toulouse, en la confluencia del río Garona y sus afluentes Loja separadas por un foso del Castillo, siete obispos 3 abades y un número incontable de clerigos permanecen reunidos en el templo rezando.

A través de las ventanas y vitrales llegan ecos del combate encarnizado y fragoroso, terrible y nos relata las crónicas «sus oraciones y sus clamores subían al cielo y vista la magnitud del peligro lanzaban mugidos que debería decirse que aullaban más que rezaban». 

¿Qué clase de peligros se cernía sobre los prelados y los sacerdotes que se revistiera de tal dramatismo sus plegarias? ¿cuál es la singular trascendencia de aquel suceso histórico que había llegado a alumbrar en el interior de sus protagonistas la percepción de estar viviendo un momento decisivo?

Para responder con precisión a esas preguntas no resulta indispensable primero echar la vista atrás.


Un siglo antes los habitantes de los contactos de Tolosa y de Foix, el vizcondado de Carcasona, Beziers y Albi y el vizcondado de Narbona, es decir, los territorios que más tarde serán conocidos con el nombre común de Languedoc.


Habían asistido con sorpresa para la expansión de nuevo movimiento religioso una iglesia que pretendía regresar a los orígenes del cristianismo y emular la vida de los apóstoles de Jesús de Nazaret en unos tiempos en los que la Iglesia de Roma constituirá un auténtico poder terrenal y se había alejado en muchos aspectos del mensaje evangélico.

Una herejía peligrosa este nuevo puerto real era el catarismo, una doctrina dualista que rechazaba los sacramentos católicos y que buscaba una respuesta a los grandes interrogantes de sus coetáneos acerca de su propia existencia y del problema del mal en el mundo.

Como vía de salvación y de retorno al Paraíso Perdido y el catarismo postulaba la recepción de un bautismo de fuego y del espíritu que recibía el nombre de consolamentum era esta una iglesia peligrosa que operaciones distintas y algunas variantes doctrinales extendía su estética por muchos puntos de la cristiandad, el territorio oriental de los Balcanes, Bulgaria y Asia Menor hasta Renania, el Norte de Italia, el reino de Francia en el occidente. Una corriente religiosa en fin que aun siendo minoritaria emponzoñada no sólo la plebe ignorante , sino también las salas de los castillos y las pilas de la propia nobleza.

La Iglesia Católica gobernada desde 1198 por el gran instaurador de las teocracias pontificias Inocencio III , era consciente de la peligrosidad de tales ideas. Las autoridades eclesiásticas veían como en el propio corazón de la cristiandad se estaba expandiendo la influencia de la herejía, aumentaban las burlas a las prácticas católicas y surgían resistencias al pago de los diezmos eclesiásticos y algunos, incluso se reían sin rubor de los representantes del Papa.

Los señores feudales que deberían haberse elegido teóricamente los grandes baluartes de la fe en el territorio de Languedoc hacían caso omiso de las recomendaciones y exigencias papales y toleraban la propagación del catarismo, Cuando no se convertían en sus más fervientes adeptos.

Por otra parte Inocencio III comprendería muy pronto que tampoco podía confiar la extirpación del catarismo a la inoperancia y el mal ejemplo de un clero local desprestigiado y demasiado implicado y el aristocracia local.

Vista la ineficacia y la lentitud de ciertos medios pacíficos como el envió delegados papales, la celebración de coloquios públicos, o la predicación de Domingo de Guzmán pronto sentiría la necesidad de recurrir a métodos más expeditivos y violentos.

La Iglesia de Roma había ido atestiguando un cuerpo doctrinal que no solo legitimaba su plena intervención en los asuntos seculares, sino que justificaba el uso de las armas y la formación de unos ejercicios que luchaban el nombre de Dios contra los infieles. Así habían nacido las cruzadas en Tierra Santa y así se asimilara a la guerra santa contra la herejía de los infieles.

La cruzada albigense

Así las cosas y tomando pie en el asesinato de su legado Peire de Castellnou en 1208 Inocencio III acabo dictando una resonante bula «adelante Caballeros de Cristo adelante intrépidos miembro del ejército cristiano, que el grito universal del dolor de las anteiglesias arrastre. qué un piadoso cielo os enardezca, para vengar una ofensa tan enorme infligida vuestro Dios». 

De esta forma solicitaba a los prelados y nobles de la cristiandad que tomaran las armas para vengar la muerte de legado y el terminar de una vez por todas la herejía. Aquella llamada a la guerra santa acompañada de indulgencias para los pecados y está la promesa de recompensas materiales fue seguida de una intensa predicación y no cayó en terreno baldío.

En la primavera de 1209 se puso en marcha hacia el valle del Rodano un verdadero ejército internacional, integrado fundamentalmente por varios obispos, por caballeros franceses, occitanos y en menor medida alemanes y como suele ser costumbre en esta clase de expediciones, por una enorme masa de mercenarios.

Dirigió las tropas en nombre del Papa , el abad Arnau Almaric de origen catalán, dado que el rey de Francia se había negado a encabezarlas.

La crónica de los primeros meses de esta cruzada, es la de una campaña triunfal y brutal al mismo tiempo en julio cayó Beziers , donde se produjo una masacre ejemplarizante y tristemente célebre.

Los legados pudieron presumir ante el papá de «que la venganza divina había logrado maravillas». Después cayeron en manos de los cruzados un centenar de pueblos abandonados por sus vecinos, y en agosto de ese mismo año te 1209 la milicia entró en Carcasona tras tres semanas de sitio.

El joven vizconde acabaría muriendo 2 meses después las mazmorras de su propia ciudad. Para sustituirle y por derecho de conquista, el abad eligió entre los hombres cruzados, a un señor de la Isla de Francia, lleno de piedad y de ambición, brillante estratega militar y guerrero sanguinario, Simón de Montfort. Él sería a partir de ese momento el nuevo Vizconde de Beziers y Carcasona y el caudillo del ejercito cruzado.


En tan solo dos meses los cruzados se habían apoderado ya de las cuatro capitales del vizcondado de los Trencavel, Carcasonaa, Toulouse y Albi. Pero la llegada del invierno se saldó con las pérdidas de algunas plazas ya conquistadas, mientras tanto la cruzada estaba creando considerables problemas al soberano de la Corona de Aragón, Pedro el Católico, señor de la tierra Carcasona y pariente o estrecho aliado de los principales nobles occitanos.

El Rey tras una primera fase de Obligado inmovilismo mostró su descontento por los ataques cruzados negándose a recibir el homenaje del vizconde de Montfort hasta 1211. El periodo siguiente significo la conquista por parte de los cruzados de nuevas plazas importantes de Languedoc. El terror se extendió por las comarcas y progresivamente los condes de Tolosa y Foix se vieron rodeados por las tropas francesas reforzadas por nuevos contingentes.

Todo ello propicio el primer asedio de Tolosa 1211, que se saldó con un fracaso para los cruzados si bien el resto del condado que hay hermano de Simón de Montfort 1212.

La ofensiva del rey de Aragón 

En ese contexto, Pedro el Católico consciente del quebranto que estas conquistas suponía para sus intereses ultra pirenaicos y crecido tras su brillante participación y en la gran batalla de las Navas de Tolosa en 1212, decidió hacer frente al avance imparable del ejército de Dios. Acepto cómo vasallos a los principales señores occitanos que no dependían todavía de la corona aragonesa y se comprometió a protegerles.

El precio de esta empresa era el enfrentamiento inevitable con las huestes de los cruzados. Pedro el Católico busco conflictos en todas partes a sus rivales, reclutando efectivos y recabando préstamos. Quería liquidar la cruzada, eliminar de una vez por todas a Simón de Montfort y sobre todo convencer al Papa Inocencio III de que el señor podría cumplir su deber de asegurar la ortodoxia de sus vasallos occitanos.

Sin duda alguna un combate frontal en campo abierto, planteado sin ambages, como un auténtico juicio de Dios resultaba la forma más expeditiva de conseguir estos fines y al castillo de Muret por su situación estratégica su llanura y la relativa debilidad de su fortificación, era el mejor escenario posible.

Los dos ejércitos llegaron al enfrentamiento en condiciones muy distintas, a un lado estaban las tropas cruzadas integradas por unos 1000 caballeros y 700 peones de infantería apostados en el castillo de Muret y al otro lado el ejército del rey de Aragón integrada por catalanes, aragoneses y occitanos acampados en elevaciones al oeste de Muret y formado por entre 2000 y 4000 caballeros y de 4000 a 10000 peones. 


La superioridad de Pedro el Católico era pues manifiesta y por ello los pronósticos resultaban claramente favorables al reciente vencedor de las batallas de las Navas.

La batalla decisiva 

El desarrollo de la batalla de Muret ha dado pie a múltiples versiones e interpretaciones, aunque puede decirse que transcurriera la siguiente forma: Admitiendo que a ambas fuerzas contendientes les convenía igualmente un combate a campo abierto, inicio las hostilidades el rey catalán aragonés que va a realizar una incursión contra el burgo para provocar la salida de la caballería enemiga.

Así sucedió pero Montfort hizo amago de retirarse para tener fuera de sus posiciones a la caballería del Rey. Pedro el Católico dispuso entonces a sus escuadrones en orden de batalla para caer sobre los cruzados, pero de repente estos últimos se dieron la vuelta por sorpresa y ambos ejércitos divididos en sus tres tradicionales cuerpos se lanzaron al galope con sus lanzas en ristre.

El choque fue de una terrible violencia el hijo del conde diría que «el choque de las armas y al ruido de los golpes eran llevados por el aire hasta el lugar donde estaba no menos que si hubiera sido un bosque que diéramos una multitud de hachas». 

Necesidades internas del rey de Aragón, a menos que no fuera un error de cálculo, aconsejaron situar al conde de Foix en primera línea con los catalanes y a los condes de Tolosa y de Cominges en la zaga. Esto hizo que Pedro el Católico y su mesada aragonesa se ubicarán temerariamente en el cuerpo central de sus huestes, posición peligrosa y que seria fatal.

En efecto, rota las filas del cuerpo delantero, los cruzados penetran en el cuerpo central de sus enemigos, y fue en ese momento cuando un combatiente clavo una lanza en su costado al Rey de Aragon, que le causo la muerte inmediata.

Probablemente el caballero agresor no se ha percibido de la auténtica personalidad de su víctima, ya que siguiendo una práctica común en la época, Pedro el Católico había intercambiado su armadura con otro caballero. El rey pues, murió en el anonimato de la confusión y del fragor del combate y junto a el cayeron los nobles y caballeros aragoneses de su heroica mainada.

Por su parte Montfort que creía en dificultades a sus dos escuadrones había ordenado al Tercer Cuerpo de Ejército un amplio movimiento envolvente por la izquierda de la llanura, para atacar la reserva de las huestes enemigas, sin embargo pronto corrió la voz de que el Rey de Aragón había perecido en el combate y eso se tradujo en un rápido abandono del terreno por las tropas del rey caído y en una auténtica desbandada que otorgó a los cruzados el pleno también en el campo de batalla.

Una derrota sin paliativos

Montfortmando entonces a sus caballería contra la infantería Tolosana que estaba intentando el asalto de la plaza fuerte, de modo que esta última se encontró atrapada entre las murallas y los caballeros franceses y fue rápidamente masacrada.

Ni que decir tiene que el desconcierto y el pánico entre los hombres del difunto rey fueron mayúsculos. Muchos se lanzaron al río Garona para acabar ahogándose en sus aguas, otros atacados por la espalda, fueron diezmados por sus perseguidores. Por su parte los condes de Tolosa y de Cominges que permanecían alejados del choque principal, al observar el sesgo nefasto de la batalla optaron por retirarse.

En conclusión el ejército cruzado logró vencer a una fuerza que le superan en más de tres o cuatro veces en número. Las distintas fuentes hablan de entre 7.000 y 10000 muertos durante la batalla, en su mayor parte miembro de la caballería aragonesa del segundo cuerpo y milicias occitanas que estaban asediando Muret.

Un dato revela la magnitud de la carnicería, hubo que habilitar en Tolosa un tribunal especial para regular la sucesión de los difuntos, puesto que los tribunales ordinarios no daban abasto.

Entre los cadáveres abandonados en la llanura, se encontraba el del rey de Aragón, desnudo en su imponente figura de más de 2 metros y despojado de sus armas y ropajes por los peones cruzados. Simón de Montfort consiguió encontrarlo al atardecer y tras rendirle honores lo entrego a los hospitaleros.

Sus restos fueron depositados 4 años después, con una espada recostada entre sus brazos cruzados, en el monasterio aragonés de Sigena, Huesca y en cuya Capilla Real se encuentra todavía hoy su sepulcro, aunque de él han desaparecido los restos del monarca.

Las consecuencias de la batalla. 

Como resultado fácilmente comprensible, la inesperada derrota de Muret, tuvo importantísimos efectos, por una parte la influencia política de Aragón en los territorios de Languedoc comenzó a remitir, más de 40 años después la firma del Tratado de Corbeil en 1258, entre Jaime I primero el conquistador y Luis IX de Francia, seria definitivamente en la renuncia del casal de Aragón a sus viejos derechos y ambiciones y en las tierras occitanas de más allá de la cordillera pirenaica.

Por otra parte el ejército cruzado encontró el campo libre para seguir su campaña militar lograr la conquista de la ciudad de Tolosa y culminar sus objetivos.

La cruzada contra los albigenses persigue durante otros penosos 16 años y tras una intervención decisiva de el Rey de Francia Luis VIII en su última fase, el resultado final fue la rendición en toda regla del Conde de Tolosa, que se vio obligado a firmar un humillante Tratado en 1229, qué supuso a la postre transcurridos otros 50 años la anexión de Languedoc por parte de la monarquía francesa de los Capeto en 1271.

De este modo la cruzada promovida por el papa Inocencio III con la batalla de Muret como encrucijada decisiva, permitió a la monarquía francesa ampliar espectacularmente sus dominios y conseguir una estratégica apertura hacia el Mediterráneo.

En cuanto a los cátaros, tras una cruzada que teóricamente había sido convocada para lograr su definitiva extirpación de la faz de la tierra, lo cierto es que lograron sobrevivir a la invasión.

Puede decirse incluso que vieron forzados más aún sus vínculos con su comunidad natural, gracias a la identificación con la suerte de su país y gracias también a la aureola heroica de tanta sangre mártir derramada en incontables hogueras en nombre de su fe.

Fuente de consulta: grandesbatallasdelahistoria 

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miércoles, 3 de julio de 2019

Rembrandt


Datos sintéticos 

  • Pintor holandés 
  • FECHA DE NACIMIENTO Sábado 15 de julio de 1606. 
  • LUGAR DE NACIMIENTO Leiden , Países Bajos 
  • FECHA DE FALLECIMIENTO Viernes 4 de octubre de 1669 (a los 63 años). 
  • LUGAR DE LA MUERTE Amsterdam , Holanda 

Biografía

Un teatro de luces y sombras. Rembrandt Harmenszoon van Rijn nació el 15 de julio de 1606 en Leiden (Holanda), octavo hijo de nueve hermanos. Su padre, un rico molinero, era propietario de un molino a orillas del Rin y, por lo tanto, se llamaba "Van Rijn" (del Rin). 

Ansioso de que su hijo hiciera una carrera importante y de levantarse de la clase de artesanos, lo inscribió, en 1620, en la facultad de letras de su ciudad.

El joven permaneció allí durante unos meses, prefiriendo asistir al estudio del pintor Isaaksz van Swanenburg, quien le presentó el arte italiano y sus obras maestras, estudiado febrilmente por el estudiante.

Además de esto, hay que destacar que en la década de 1920 la pintura de toda Europa fue sacudida por el arte revolucionario de Caravaggio, que obtuvo sorprendentes efectos realistas gracias al uso personal de las luces. Una lección que Rembrandt tendrá en cuenta.

Además, la economía explotó en Holanda (gracias a la independencia del sudor de los españoles y la unificación de los Países Bajos), la ciudad del pintor se convirtió en un importante centro humanístico y artístico, incluso bajo el ímpetu de la universidad.

Una importante escuela pictórica se desarrolló en segundo lugar solamente a la de Utrecht, cuyo artista principal fue Luca da Leida; Un importante punto de referencia para las primeras experiencias pictóricas de Rembrandt.

Después de este aprendizaje, Rembrandtestá asociado a la misma edad que Jan Lievens, también un pintor de gran estatura: su fama se extiende gradualmente entre los círculos de la burguesía educada, la misma que ama las frases representadas por los dos artistas de una manera realista y reconocible.

Pero la verdadera oportunidad para la carrera del pintor holandés se produce en 1631, poco después de la muerte de su padre. De hecho, Rembrandt decide irse de Leiden a Amsterdam. En esta ciudad, la formación pictórica de Rembrandt termina, en particular gracias a las lecciones de Pieter Lastman, un famoso artista local.

Rembrandt estudia cuidadosamente las pinturas de Lastman y aprende la precisión y el uso del color típicamente italiano, y vuelve a proponer algunos de los temas históricos del maestro. Sin embargo, gracias a la habilidad extrema, el estudiante pronto supera al maestro. Incluso los entendidos lo notan. que en poco tiempo eligen a Rembrandt para su amor.

Además, tiene la oportunidad de acceder a los entornos culturales de la alta sociedad y, gracias a estas "entradas", comprometerse con Saskia, nieto de un rico comerciante de arte; los dos se casaron más tarde en 1634. Y fue precisamente en este período, de 1634 a 1642, cuando Rembrandt inauguró sus obras maestras, desde la famosa "Lección de anatomía del Dr. Tulp" hasta la "Pasión deCristo ". 

Rembrandt van RijnA partir de este momento, también se rodeó con un gran grupo de discípulos, para quienes decidió construir una escuela "desde cero". Pero a partir de los años setenta de los setenta, su colapso económico y familiar también comenzó, debido, por un lado, al manejo inadecuado de las finanzas y, por el otro, al colapso de dramas emocionales reales.

En 1640 murió su madre y poco después su amada esposa. Solo y desconsolado, se retira a la pintura hasta que conoce a Geertge Dirck, la institutriz de su hijo Tito, con quien entabla una relación intensa.

Este último, sin embargo, debido a su conducta escandalosa sufre un proceso que resulta en una condena en una casa correccional. No es sorprendente que en este período la producción de Rembrandt revele un sufrimiento extremo: Después de esta historia de amor, se enamora de Hendrickje Stoffels, con quien vive y se casa más tarde.

Juntos tendrán dos hijos. Una de sus pinturas más famosas data de 1654: " Bathsheba con la letra de David ". Más tarde, en 1657, Rembrandt perdió todas sus posesiones y se vio obligado a mudarse a un hogar modesto.

Después de 1660, sin embargo, logró restablecerse en la escena europea: pintó los "Alcaldes de los cortadores" y el "Jurado de Batavians", obras caracterizadas por un dominio extremo de los colores y las pinceladas.

Un rayo de luz regresa para iluminar la vida del artista cuando su hijo Tito se casa con un pariente lejano de Saskia: las historias personales entran en las obras del pintor y les dan una humanidad notable. No es casualidad que Rembrandt en la "Presentación al templo" le dé al viejo Simeon la extrema dulzura de alguien que, como él, ahora se ha convertido en abuelo.

En los últimos años, Rembrandt decidió pintar solo para sí mismo, logrando resultados muy altos. Murió el 4 de octubre de 1669 en Amsterdam a la edad de 63 años. Como escribió Silvia Biagi: " En él hay un desarrollo diferente de la luz de Caravaggio y una concepción diferente de lo" verdadero ".

El sabor teatral, típico de Rembrandt, también se acompaña de un estudio cuidadoso de la realidad humana, como en" Retrato Di vecchia "dell ' Ermitage . 

Una perfecta coincidencia de luz y materia se realiza en las obras del artista holandés, donde en los lugares altamente iluminados Rembrandt carga la pincelada, para alcanzar efectos tridimensionales, aprovechando la refracción de la luz sobre los signos de Sus propias pinceladas para crear efectos multiformes e iridiscentes " .

Fuente de consulta: biografieonline 

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Vincent van Gogh


Datos sintéticos 

  • Pintor holandés 
  • FECHA DE NACIMIENTO Miércoles 30 de marzo de 1853 
  • LUGAR DE NACIMIENTO Zundert , Países Bajos 
  • FECHA DE FALLECIMIENTO Martes 29 de julio de 1890 (a las 37). 
  • DE LA MUERTE Auvers-sur-Oise , Francia 
  • CAUSA suicidio 

Biografía • 

Vincent Willem Van Gogh nació el 30 de marzo de 1853 en Groot Zundert (Holanda) y tuvo, debido a su extrema sensibilidad como artista, una vida muy atormentada.

Hijo de un pastor protestante, mientras vivía en Zundert, Vincent hizo sus primeros dibujos. En cambio, las escuelas en Zevenbergen comienzan. Aprende francés, inglés, alemán y por primera vez empieza a pintar.

Después de completar sus estudios, comenzó a trabajar como empleado en la sucursal de la casa de arte parisina Goupil and Cie, y luego en la sede de La Haya (donde visita con frecuencia museos locales), Londres y París. En mayo de 1875 fue trasladado definitivamente a París.

El viaje a francia 

El traslado a la ciudad francesa, donde ya reside su hermano Theo, marca el comienzo del período francés, interrumpido solo por un breve viaje a Amberes a fines de ese año. Pasa gran parte de su tiempo con su hermano y, a partir de ese momento, comienzan una correspondencia que durará toda la vida y aún representa la mejor manera de estudiar las opiniones, los sentimientos y el estado de ánimo de Vincent.

El Impresionismo 

Durante su estancia en París, el artista descubrió la pintura impresionista y profundizó su interés en el arte y las impresiones japonesas. Conoce a muchos pintores, entre ellos Toulouse Lautrec y Paul Gauguin, que lo aprecian especialmente.

La suya será una relación muy turbulenta, con resultados dramáticos, como lo demuestra el famoso episodio del corte de oreja (se supone que Vincent atacó a Gauguin con una navaja de afeitar. El ataque fracasó, atrapado por una crisis nerviosa, sí cortar el lóbulo de la oreja izquierda).

La religión 

Mientras tanto, el desempeño de Vincent en Goupil & Cie se deteriora, mientras que, al mismo tiempo, su dedicación a los estudios bíblicos alcanza un nivel obsesivo. Después de renunciar a Goupil a principios de la primavera, fue a Ramsgate, Inglaterra, donde fue contratado en una pequeña universidad.

Más adelante en el año, Vincent toma una nueva posición como profesor y coadjutor en el Reverendo T. Slade Jones, un pastor metodista. El 29 de octubre, Vincent van Gogh pronunció su primer sermón de domingo. A medida que aumenta el fervor religioso de Vicente, su estado de salud física y mental llega a un punto crítico.

Pintor de la pobreza 

1880 es un punto de inflexión en la vida de Van Gogh . Abandona sus intenciones religiosas y se dedica exclusivamente a pintar pobres mineros y tejedores. Theo comienza a apoyarlo financieramente, una situación que continuará hasta el final de la vida de Vincent. Más adelante en el año, realizó estudios formales de anatomía y perspectiva en la Academia de Bruselas.

La precaria salud de vicent van gogh.

Conoce a Clasina Maria Hoornik (llamada "Sien"), una prostituta que, entre otras cosas, carga con el mantenimiento de una hija de cinco años y está embarazada de otro hijo. Mientras continúa sus estudios y pinta en compañía de algunos nuevos conocidos, su salud se está deteriorando nuevamente, tanto que tiene que ser hospitalizado por gonorrea.

Una vez dado de alta, comienza algunos experimentos pictóricos y, después de más de un año juntos, termina su relación con Sien. Más adelante en el año, Vincent se mudó a Nuenen de sus padres, estableció un pequeño estudio para trabajar y continúa confiando en el apoyo de Theo Van Gogh.

Algunos experimentos 

Amplía sus experimentos para incluir una mayor variedad de colores y desarrolla un gran interés en los grabados en madera japoneses. Intenta realizar una formación artística en la Ecole des Beaux-Arts, pero rechaza muchos de los principios que se le enseñan.

Deseando continuar con algún tipo de educación artística formal, envía parte de su trabajo a la Academia de Amberes, donde se encuentra en una clase para principiantes. Como es de esperar, Vincent no está cómodo en la Academia y abandona.

La provenza y las grandes obras.

Mientras tanto, se produce 1888, un año fundamental en la vida de Vincent van Gogh . Sale de París en febrero y se muda a Arles, en el sur. Al principio, el mal invierno le impide trabajar, pero una vez que llega la primavera, comienza a pintar los paisajes florecientes de la Provenza.

Finalmente se mudó a la "Casa Amarilla", una casa que alquiló donde espera establecer una comunidad de artistas. Es el momento en el que logra pintar algunas de sus mejores obras, pero también el momento de sus ya mencionadas tensiones violentas con Gauguin .

Salud mental 

Durante la primera parte del año, la salud mental de Vincent fluctúa temerosamente. A veces es completamente tranquilo y brillante; otras veces sufre de alucinaciones y fijaciones. Continúa trabajando esporádicamente en su " Casa Amarilla ", pero la frecuencia creciente de ataques lo lleva, con la ayuda de Theo, a ser admitido en el hospital psiquiátrico de Saint Paul-de-Mausole en Saint-Rémy-de-Provence. .

Irónicamente, a medida que la salud mental de Vincent continúa empeorando a lo largo del año, su trabajo finalmente comienza a recibir reconocimiento en la comunidad artística. Sus pinturas " Notte stellata sul Rodano" e "Iris" se exhiben en el Salon des Indépendants en septiembre, y en noviembre es invitado a exponer seis de sus obras de Octave Maus (1856-1919), secretario del grupo de artistas belgas " Les XX ".

La muerte de Van Gogh Después de una increíble serie de altibajos, tanto físicos como emocionales y mentales, y de haber producido una sorprendente serie de obras maestras con una energía increíble , Van Gogh murió en las primeras horas del 29 de julio de 1890, disparándose en un campo cerca de Auverse.
El funeral se lleva a cabo al día siguiente, y su ataúd está cubierto con docenas de girasoles , las flores que tanto amaba. 

Fuente de consulta: biografieonline 

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Safo: Biografía Poetisa Griega



Safo fue una poetisa griega que vivió hace unos 2.600 años en la Isla de Lesbos, situada en la ribera oriental del Mar Egeo, y sobre cuya vida apenas conservamos datos precisos. Se calcula su nacimiento entre los años 630 y 612, mientras que su muerte se fecha alrededor del 570, pero su biografía apenas consigue tomar forma con la poca información de que disponemos.

No existe ninguna fuente histórica contemporánea sobre su vida aparte de sus poemas, y todo lo que sabemos de ella procede de autores posteriores que no la conocieron directamente. Esto ha contribuido a rodear su figura de una nebulosa que la situa a medio camino entre la realidad y la leyenda, lo cual no ha hecho sino aumentar el interses sobre su vida y su obra a lo largo de los siglos.

Grandes autores como Platón, Boccaccio, Baudelaire, Lord Byron, Ezra Pound o Virginia Woolf sintieron por ella gran admiración. Parece ser que Safo nació en la aldea lesbia de Eresos, aunque más tarde se trasladó a la capital Mitilene, y que procedía de una familia noble y adinerada. Su padre era un próspero comerciante de vinos llamado Skamandar, y tenía tres hermanos, todos menores que ella.

Safo y Erinne (Solomon, 1880) 

Siendo aun una niña su padre fue llamado a filas para la guerra entre Lesbos y Atenas por la posesión de Sigui, una pequeña colonia cerca del estrecho de los Dardanelos. En esa guerra Skamandar murió. Con el paso del tiempo, Safo fue quien hizo prosperar aún más el negocio familiar, e introdujo a sus hermanos menores en el conocimiento del mismo.

Además de su actividad literaria y artística, Safo participó asiduamente en las luchas polítcas que tuvieron lugar en Lesbos, y cargó muy duramente contra el tirano Pítaco. Parece ser que incluso estuvo implicada en una conspiración para matarlo, junto a Alceo y otros camaradas, y que descubierta esa conspiración, Pítaco les mando arrestar.

Aunque finalmente les perdonó la vida, a cambio hubieron de partir al exilio. Esto ocurrió en torno al año 593 Es importante aclarar que la política de esta época viene marcada por el enfrentamiento entre dos sistemas de gobierno: la democracia y la aristocracia.

Sin embargo esa democracia no tenía nada que ver con lo que hoy entendemos por democracia (¿o sí?), ya que en la práctica (y salvo excepciones) consistía en tiranos que adquirían su autoridad haciéndose ricos y comprando los votos necesarios para hacerse con el poder.

A parte de esto, en realidad solo tenía derecho a voto una parte mínima de la población. En este sentido la posición de Safo a favor de la aristocracia debe entenderse casi como una actitud rebelde.

Safo (Charles-Auguste Mengin, 1867) 

Se sabe que a continuación vivió en Siracusa (Isla de Sicilia) durante al menos seis años. El exilio resultó bastante positivo para su desarrollo intelectual, pues le permitió viajar e ilustrarse con el contacto de otras culturas.

En Siracusa se casó con Kerkilos, un rico mercader con el que tuvo una hija llamada Kleis, y se convirtió en el centro de la vida cultural y artística de esta ciudad. Su marido era un hombre ya mayor y murió al poco tiempo, dejándole una gran herencia.

Al cabo del tiempo Pítaco levantó el castigo, y Safo pudo regresar a Lesbos, lo mismo que Alceo y los otros conspiradores. En realidad estos acabaron respetando a Pítaco, que despues de todo fue un buen gobernante, hasta el punto de que cuando este murió la propia Safo tuvo palabras elogiosas para él en su funeral.

En Lesbos Safo fundó una especie de escuela o academia, al estilo de Platón, en la que enseñaba arte, canto, danza y literatura, a un grupo de mujeres jóvenes. Para todas estas chicas hubo odas nupciales compuestas para ellas cuando se preparaban para casarse.

Safo de Lesbos Safo y Faón (Jacques-Louis David, 1809) 

Se sabe que Safo amó tanto a mujeres como a hombres, algo que entre los antiguos griegos se consideraba aceptable, y en sus versos cantó su amor hacia las mujeres sin tapujo alguno, lo cual hizo que a lo largo de los siglos bastantes detractores se referieran a ella de forma despectiva. Como es bien sabido el nombre Safo dió origen al término sáfico, mientras el lugar de su nacimiento, Lesbos, es el origen del término lesbianismo.

Conocemos los nombres de algunas de sus amadas, pues tuvo muchas: Anágora, Eunica, Gongila, Eranna, Telesipa, Andrómeda, Megara, Gorgo... pero su alumna favorita siempre fue Atthis. Cuando la familia de Atthis decidió retirarla de la enseñanza para casarla con un muchacho, la poetisa, pesarosa por la separación, escribió el doloso poema El Adiós a Atthis.


Casi toda su poesía está dedicada a mujeres, y alguna a sus hermanos. En total escribió nueve libros de odas, epitalamios o canciones nupciales, elegías e himnos, pero apenas se conserva una mínima parte de ellos. Su poema más importante es la Oda a Afrodita. También conviene anotar que, ya en pleno siglo XX se descubrió un papiro con seis fragmentos de sus poemas y la Oda a las Nereidas.

Originalmente escribió sus obras en el dialecto aeólico, y sus poemas fueron copiados repetidamente a lo largo del tiempo en las epocas griega, romana, bizantina, etc. Parece ser que en el año 1.073 d.c. el Papa Gregorio VII ordenó quemar todos los manuscritos con los poemas sáficos, considerados inmorales y pecaminosos, con lo que se perdió para siempre una parte de su obra.

A partir de su obra conocida sabemos que Safo rendía culto a Afrodita, la diosa del amor y de la belleza. Su poesía se caracteriza por su sencillez, intimismo y sentimiento. Los versos son tan apasionados como simples, y dejan clara constancia de su atracción y relación con otras mujeres, aunque hay que decir que Safo también tuvo amantes masculinos, especialmente el poeta Alceo, del que habla en sus poemas.

Safo de Lesbos Safo y Alceo (Lawrence Alma-Tadema, 1881) 

Su obra más destacada es, como ya hemos dicho, la Oda a Afrodita, en la cual Safo, hablando en primera persona, pide a la diosa que le sean otorgados los amores de alguien. Para Safo Afrodita es la diosa que concede los favores amatorios, es la confidente, la que intercede, la que acude cuando el sentimiento amoroso conduce a la locura.

La obra sáfica es por lo tanto revolucionaria en cuanto estructura una visión de mundo desde el paradigma femenino, subvirtiendo la mirada masculina que caracterizaba la Edad Arcaica. El mundo heroico, brusco y fuerte de la poesía épica y las gestas militares del pasado, da paso a uno sensible, delicado y suave, es decir, femenino.

Safo adopta en su obra una posicion subjetiva, tomando como objeto de su arte su propia interioridad; vaciaba su propia alma en el molde de los versos, para que los demás nos identificáramos o nos disociáramos de ella.

La cama de Safo (Charles Gleyre, 1867) 

Sus poemas llevaban el sello característico personal de una Safo que nunca imitó a nadie, y que buscaba la perfección simple y la belleza más exquisita, todo plagado de intensidad y sentimiento. Su gran conocimiento de la música y la danza le permitieron crear ritmos y metros nuevos, especialmente la conocida como estrofa u oda sáfica, que consiste en tres endecasílabos y un adónico final de once sílabas.

Es importante agregar que las composiciones líricas de los antiguos griegos no se hacían unicamente para ser leídas, sino para ser cantadas y acompañadas por algún instrumento musical ya fuere la flauta, la lira o la cítara. Así, el poeta o la poetisa creaba el poema y también componía la música y, en el caso de Safo, célebre danzante, hasta los pasos de la danza para acompañarla.


Sobre la muerte de Safo también circula la leyenda de que tras ser rechazada por un joven marino, se suicidó arrojándose desde un acantilado en la Isla de Léucade. Sin embargo esto no tiene mucha credibilidad, pues no se corresponde con la personalidad de una Safo ya madura y que en sus últimos poemas se muestra como una mujer en paz consigo misma y con la naturaleza que la rodea.

En muchos lugares de la antigua Grecia, la mujer gozó prácticamente de todos los derechos que tenían los hombres. Estos beneficios también incluyeron a Lesbos, que como isla de tránsito, recibía la influencia de varias culturas que le daban un aspecto bastante liberal y cosmopolita.

Sin embargo en Atenas no ocurría así, sino más bien al contrario, y por eso Safo comenzó a recibir los primeros descalificativos ya en vida, por parte de diversos autores principalmente de Atenas, una sociedad donde solamente las cortesanas (hetairas) tenían acceso a la cultura y la vida social, mientras el resto se quedaban en casa sin poder optar a una educación y ocupándose de las labores domésticas. Esto nos da una idea del pensamiento con el que Safo fundó su academia, en un acto de llevar la contraria a las ideas atenienses.

Estatua de Safo en Mitilene 

A menudo los historiadores y la propia literatura han dejado de lado a Safo, aunque en Grecia después de su muerte se llegaron a acuñar monedas y erigir estatuas con su imagen, y el mismísimo Platón la adoraba y se refirió a ella como la Décima musa.

Sin embargo muchos autores posteriores la despreciaron e injuraron, a pesar de lo cual ella ha conseguido ser inmortal, y junto a Aspasia de Mileto es sin duda la mujer más importante de la Grecia Clásica. 

A un nivel más particular, sus poemas suponen todo un guiño para las lesbianas de todo el mundo, y es en la época actual, cuando el movimiento LGBT experimienta un auge sin precedentes, cuando Safo vuelve a ser revisitada y reivindicada, por el ejemplo que suponen su vida y su obra para las mujeres en general y las lesbianas en particular.

De ella ver quisiera su andar amable 

Y la clara luz de su rostro antes 

Que a los carros lidios o a mil guerreros 

Llenos de armas... 

La luna luminosa huyó con las Pléyades. 

La noche silenciosa ya llega a la mitad 

La hora ya pasó y en vela sola en mi lecho, 

suelto la rienda al llanto sin esperar piedad. 

Fuente de consulta: webcindario 

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lunes, 1 de julio de 2019

Rodrigo Díaz de Vivar, el guerrero que conquistó la leyenda


La figura del Cid ha sido interpretada conforme al espíritu de cada época para definir quién era realmente este singular personaje


A la ocasión brindada por la Biblioteca Nacional a la ciudadanía para que pueda contemplar el manuscrito del Cantar de Mío Cid se suma un reavivado interés por la figura de Rodrigo Díaz, el Cid.

Algo parecido ocurrió en 1961 con el estreno de la película dirigida por Anthony Mann y que tenía como protagonista a Charlton Heston en el papel de Rodrigo y a Sofía Loren en el de Jimena; con una enigmática Geneviève Page en el de la infanta Urraca.

En una foto del genial reportero gráfico Jaime Pato de la agencia Efe se conserva el momento en que don Ramón Menéndez Pidal, que por entonces era propietario del códice que ahora se muestra al público, acudió al rodaje y aparece junto a un Heston vestido de época que le muestra un halcón.

El interés que esta película había suscitado en el viejo maestro muestra a las claras que la figura del Cid ha sido a lo largo de los siglos interpretada conforme al espíritu de cada época. Desde las Mocedades del Cid en el siglo XIV hasta el Cid de Pierre Corneille en el XVII, desde los dramas románticos hasta la citada película, la literatura, la pintura, la ópera y el cine se han interesado por definir quién era realmente este singular personaje.

Porque en realidad del Cid histórico sabemos bien poco, ya que desde muy pronto su vida fue rodeada del halo poético de importantes obras literarias, desde el Carmen Campidoctoris y la Historia Roderici en latín hasta el Poema de Almería y el Cantar de Mío Cid en castellano.

Los primeros años de su vida están bañados de una luz grisácea, la misma que aparece en los romances del siglo XV, cuando se le considera alférez al servicio de Sancho II el Fuerte de Castilla y se gana el título de «Campeador» en un duelo judicial a espada como era habitual en el siglo XI. La misma luz apagada preside el conflicto por Zamora en manos de Urraca, hija del rey Fernando que apoya a su hermano Alfonso contra su otro hermano Sancho, con Rodrigo en medio de la lid, con o sin Jura de Santa Gadea.

Dimensión histórica Fue con el destierro de 1080 cuando la figura de Rodrigo, el campeador, alcanza a las fuentes históricas al entrar en contacto con el conflictivo mundo de la Hispania del noreste, donde los reyes taifas de Zaragoza, Lérida, Valencia y Denia litigaban con los condes de Barcelona por el control de tan extenso y rico territorio.

La llegada de Rodrigo a Barcelona para mediar en el conflicto entre los dos hermanos herederos del conde Ramón Berenguer I, a la sazón, Ramón Berenguer II y Berenguer Ramón II, le puso en contacto con un personaje de la historia rigurosamente documentado (más de ciento treinta documentos de archivo lo certifican), no otro que Ricard Guillem, personaje que por recordar una curiosidad pocas veces tenida en cuenta aparece citado en la Historia Roderici entre las prisiones catalanas tras la llamada batalla de Tévar en 1090.

La relación con Ricard Guillem, que tiene negocios con los reyes de las taifas de Lérida y Zaragoza, le ofrece a Rodrigo una dimensión histórica sin necesidad de recurrir a las leyendas literarias. La falta de entendimiento con los dos condes que se habían dividido el condado de Barcelona y la Marca, cuya extensión era imprecisa pero que de algún modo hacían llegar hasta las tierras del Ebro, condujo a Rodrigo a ponerse al servicio de los reyes Taifas de la región, oscilando entre el de Lérida y Zaragoza antes de fijar su atención en Valencia.

Por uno de esos azares afortunados de la guerra, el Cid acabó siendo señor de Valencia, en la que entra en junio de 1094, tras largos meses de asedio. Debió ser por entonces cuando recibió el título que le dará la fama de la que goza aún, el de «mio Cid», «mi señor», con el que los árabes y bereberes de religión musulmana se referían a un hombre de sus características.

Pero unos meses antes, durante el asedio, recibió la visita de Ricard Guillem para ultimar la boda de su nuevo señor, el conde Ramón Berenguer III, con la hija del Cid María, que se convirtió así en condesa de Barcelona, actuando en diversos actos junto con su marido, incluido el reconocimiento del diezmo a una iglesia de Barcelona de los beneficios que daban las naves que se acercaban a sus costas, naves genovesas, pisanas y marsellesas principalmente.

Tuvieron una hija, nieta por tanto del Cid, que casaron con el conde de Besalú, y en cuyo documento de esponsales se la reconoce como «la altamente dotada cónyuge hija de María Rodrigo». Heredero Cuando la hija del Cid murió en 1105, el conde de Barcelona, que vuelve a contraer un segundo matrimonio con una tal Almodís, es de los primeros en reconocer la importancia histórica de su suegro en el dominio de Valencia, ciudad a la que defendió hasta su muerte de los ataques de los almorávides, un nuevo pueblo de origen africano que llegó a la Península Ibérica con la intención de poner fin a los caóticos Reinos de Taifas.

Por tanto, Ramón Berenguer III, en su calidad de yerno del Cid, se muestra al mundo como su legítimo heredero sobre Valencia y Mallorca, como se le reconoce en una carta que los cónsules de Pisa le envían como anticipo de la ayuda que le iban a prestar en la conquista de Mallorca en agosto de 1114.

Hay que recordar que, en las tres primeras décadas del siglo XII, en España todo estaba muy revuelto. Es el momento del regreso de los cruzados tras tomar Jerusalén, de la llegada de las órdenes militares fundadas en tal acontecimientos, templarios y hospitalarios, el momento de Alfonso VI con serias dificultades para controlar las tierras al sur de Toledo, o de otro Alfonso, el Batallador, rey de Aragón, quien en 1118 conquista Zaragoza.

El equilibrio político peninsular se tambalea por la llegada de los almorávides y entonces emerge desde su tumba la figura del Cid, el hombre que había sido capaz de mediar entre diversos reyes de Taifas, el campeador pero también el señor capaz de controlar una gran ciudad como Valencia, «el hombre que hubiera sido el mejor vasallo de haber tenido un buen señor».

Comienza así el mito. Llega a la literatura Rodrigo Díaz, el Cid. [Jose Enrique Ruiz-Domènec es catedrático de Historia Medieval y autor del libro «Mi Cid. Noticia de Rodrigo Díaz»] El Cid cabalga a lomos de la actualidad Por Jesús García calero El Cid cabalga a lomos de la actualidad.

El volumen original de «El Cantar del Mio Cid» fue expuesto en la Biblioteca Nacional durante dos semanas (la fragilidad del manuscrito no permitía más tiempo) y miles de personas pudieron contemplarlo. Ahora sigue expuesto un facsímil y la gente acude, sin pausa.

Por otra parte, Arturo Pérez-Reverte ha anunciado la salida en septiembre de su próxima novela, «Sidi» (Alfaguara), una narración basada en la vida de Rodrigo Díaz de Vivar que sin duda dará mucho que hablar. ¿Por qué volver al Cid? Perez-Reverte no ha confirmado de qué parte de la vida del campeador habla su novela, pero sí sabemos que el mundo fronterizo del siglo XI le atrae muchísimo al académico y escritor.

Primero por la necesidad de reivindicar una época (una épica) demasiadas veces manipulada como si el guerrero vistiese una camisa azul bajo la armadura. Nada más lejos de la realidad. En aquella frontera, Pérez-Reverte ha encontrado sin duda un territorio cambiante, previo a las ideas de España o la Reconquista; una franja siempre móvil, durísima, sin ley, como las que ha conocido como reportero de guerra.

El Cid fue un mercenario, un hombre duro en esa frontera, que merece ser devuelto a su estado original también desde la literatura. Ese Duero es, como ya comentó el escritor, nuestro lejano oeste, una tierra de pioneros, monjes, muertos de hambre y gente armada.

La frontera es el espacio perfecto, impreciso, mestizo, donde un grupo de guerreros sin amo, como la mesnada del Cid, libres como los siete samuráis, o los ronin, es, sin duda un material narrativo muy seductor. El enemigo acechaba en cada vuelta del camino, y a veces no era musulmán. Pocos vivían más allá de los treinta, guerreaban por el pan.

Fuente de consulta: abc.es 

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MATILDE DE CANOSSA, VENERADA POR LA IGLESIA Y ANTE LA QUE EL EMPERADOR SE HUMILLÓ

El Vaticano, lugar de culto y peregrinación, siempre ha sido un mundo de hombres, pero a lo largo de la historia cuatro mujeres lograron hacerse hueco en él.

Las reinas Carlota de Chipre y Cristina de Suecia, la princesa polaca María Clementina Sobieska, y la protagonista de nuestra historia, Matilde de Canossa, son las únicas cuatro mujeres enterradas en el Vaticano. 


¿Qué méritos hizo Matilde para ser digna de este privilegio? -si se puede considerar un privilegio-.


Matilde o Matilda nació en Mantua (Italia) en 1046. Fue la hija de Bonifacio III, uno de los nobles más ricos y poderosos de Italia que poseía varios castillos y controlaba amplios territorios en Lombardía, Emilia y a ambos lados de los Apeninos, los más importantes por sus posición estratégica.

Cuando su padre murió -otras versiones hablan de que fue asesinado-, ella era sólo una niña y su madre, Beatriz de Lotaringia, para asegurar las posesiones familiares y la herencia de su hijo Federico se casó con Godofredo el Barbudo, enemigo acérrimo del emperador Enrique III.

La familia era una ferviente seguidora de los preceptos de la Iglesia y las cartas que se cruzaban madre e hija con el Papa Gregorio VII eran muy cariñosas -del estilo de cuelga tú, no cuelga tú, venga los dos a la vez…-.

Una serie de desgracias familiares (la muerte de su madre, su padrastro y su hermano Federico) llevaron a Matilda a ponerse al frente de los negocios de la familia y, al igual que había hecho su madre, también se casó.

Además, con alguien muy cercano: Godofredo el Jorobado, hijo de su padrastro Godofredo el Barbudo. Aquel matrimonio de conveniencia hizo aguas muy pronto, y Matilda abandonó a su marido y regresó al castillo de Canossa.

Los territorios que separaban los Estados Pontificios y el Sacro Imperio Germánico, controlados por Matilda, eran de especial importancia en el enfrentamiento entre Gregorio VII y el nuevo emperador Enrique IV, y Matilda, como era de esperar, se puso al lado del Papa.

Aprovechando que aquel matrimonio había terminado como el rosario de la aurora, Enrique IV movió fichó: se ganó la amistad del marido abandonado, Godofredo el Jorobado, y convocó el sínodo de Worms (1076).

Los 26 obispos alemanes allí reunidos, bajo la supervisión del emperador, decidieron destituir a Gregorio VII por mantener relaciones sexuales con Matilda. El Papa no se dio por enterado y excomulgó a los obispos y al emperador –Godofredo corrió peor suerte, apareció muerto en extrañas circunstancias-.

El emperador entendió que había ido demasiado lejos y se arrepintió por perder el favor del vicario de Dios. Se dirigió al castillo de Canossa, donde le esperaban Matilda y el Papa, para pedir perdón…


Enrique IV tuvo que permanecer tres días y tres noches a las puertas del castillo, nevando, vestido como un monje con una túnica de lana y descalzo hasta que consiguió el perdón papal. Poco duró la paz, porque años más tarde Enrique IV entró en Roma y depuso a Gregorio que, con mucha suerte, logró refugiarse en el castillo de Sant’Angelo.

Nombró Papa a Clemente III y cometió un error: abandonar Roma con Matilda libre. Ésta, con su poderoso ejército, derrotó a las fuerzas del emperador y volvió a poner a Gregorio en el trono de San Pedro.

A la muerte de su amigo en 1085 -algunos dirán amante-, siguió apoyando con su ejército a los Papas legítimos (Víctor III y Urbano II) y luchando contra las huestes del emperador y los correspondientes antipapas nombrados por éste.

Y si esto no fuera suficiente para ser enterrada en el Vaticano, con Gregorio VII todavía vivito y coleando hizo testamento: todas sus posesiones, que no eran pocas ni insignificantes, pasarían a manos de la Iglesia cuando ella falleciese.

Durante varios años los emperadores y la Iglesia mantuvieron disputas por dichas posesiones y la validez de aquel testamento, hasta que en 1213 el emperador Federico II reconoció el derecho de la Iglesia sobre las posesiones de Matilda.

Matilda falleció en 1115 y en 1645 sus restos fueron trasladados y sepultados a la Basílica de San Pedro a una suntuosa tumba esculpida por Bernini. 



Fuente de consulta: historiasdelahistoria 

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El demonio que se convirtió en un dios por incitar a practicar sexo.

En algunos relieves mesopotámicos aparece la figura de un ser con cabeza de ave, cuerpo humano musculoso y unas bonitas alas, sosteniendo un objeto con asa en una mano y una especie de piña en la otra. Se trata del dios Nisroch.

Se ha hecho muy popular gracias a internet, ya que las páginas magufas sostienen que es un extraterrestre, el cual llevaría una bolsa en una mano (no explican en qué supermercado hacía la compra) y un aparato de alta tecnología en la otra, a caballo entre un láser-digital-atómico-escarolitrópico-gnésico y el comunicador del capitán Kirk.

La realidad es un poco más vulgar. La bolsa de la compra es un balde de agua bendita, algo muy común en muchas religiones, y la piña… es una piña. O para ser exactos, es un Mullilum (acadio) o Mash-Mash (sumerio), o sea, un hisopo, ya que en la religión mesopotámica ya se acostumbraba a esparcir agua bendita sobre los fieles, o en este caso, sobre los jardines para que dieran buen fruto.

Ya desde tiempos de Sumeria lo sacerdotes descubrieron que una piña era fantástica como aspersorio. Con el tiempo acabaron fabricándolas con materias preciosas, como es típico de cualquier religión.

Nisroch 

Pero sigamos con el bueno de Nisroch, el cual no comenzó su carrera empapando al personal, sino haciéndole la vida imposible. Las primeras referencias a él las encontramos en tablillas asirias, y se le describe como un demonio peligroso.

Ya hemos advertido en otros artículos que los demonios mesopotámicos no eran malignos en el sentido judeocristiano al que estamos acostumbrados hoy en día. Incluso aunque se les representara con formas terroríficas no eran maléficos por naturaleza.

Solo hacían su trabajo, que consistía en jorobar a aquellos que molestaran a algún dios. O sea, que no era nada personal, solo negocios. Eso significa que los humanos podían recurrir a ellos para conseguir alguna cosa buena, si es que les doraban la píldora lo suficiente. En su origen como demonio Nisroch era sirviente de Nusku, el dios del fuego y la luz asirio.

Cuando alguien molestaba a Nusku, o a su superior jerárquico Ninurta, nuestro demonio se encargaba de inspirarle iniciativas de tipo sexual que, en ocasiones, podían tener terribles consecuencias para el susodicho. Por ejemplo, el incesto, que en Mesopotamia podía castigarse con la muerte, o la infidelidad, que como es habitual, en el caso de los hombres acababa en multa y en el de las mujeres normalmente en muerte.

Esa era la parte desagradable. La buena es que mejoraba el ambiente de las orgías. Nisroch estaba casado con una diablesa llamada Kenel, la cual era aficionada a acostarse con humanos y desplegar una impresionante originalidad sexual, aparte de practicar el voyerismo con su esposo. Ambos constituían el dúo sexual más imaginativo de los dos ríos.

Vamos, que no escribieron el kamasutra porque en cuneiforme habría sido poco sugerente. En algunas webs indican que esto es parte de su aspecto maligno -volvemos con ello a las interpretaciones influenciadas por la cultura judeocristiana-.

Para los mesopotámicos el sexo no era ni negativo ni malo. Los asirios, en concreto, eran aficionados a celebrar alguna que otra orgía de vez en cuando. Por ello, invocar a un demonio que te iba a inspirar alguna nueva posturita con la que acabar la noche con una sonrisa en los labios, no tenía nada de malo. Al contrario, era de lo más aconsejable.


Y es entre desenfrenos y bacanales como Nisroch empezó a ascender como la espuma en el escalafón. Con él se produjo una de esas carambolas que a veces sucedían en la mitología mesopotámica, porque con un panteón compuesto por miles de dioses era normal que alguno perdiera influencia y que otro la ganara.

Dioses importantes en los primeros tiempos terminaron medio olvidados, y mindundis de los que nadie hablaba en las recepciones del palacio de Enki acabaron teniendo zigurats propios. Nusku perdió importancia poco a poco, incluso le cambiaron el nombre por el de Girru en tiempos de Babilonia, tal vez para dejar clara su pérdida de influencia.

Nisroch, en cambio, debido a que se recurría de vez en cuando a él, en fiestas y sábados por la noche, estaba en boca de todos, y ya sabemos aquello de que es mejor que hablen de uno aunque sea mal, pero que hablen. Como era de esperar acabó tomando sobre sí las características divinas de Nusku y siendo deificado.

Una prueba curiosa de esto, aparte de las referencias en tablillas más recientes donde ya se le nombra como un dios, es que en la Biblia los judíos le confundieron con uno de los grandes jefes del panteón. En unos de sus pasajes el rey asirio Senaquerib es asesinado en “el templo de Nisroch” en Kalhu.

Gracias a las excavaciones, sabemos hoy en día que el templo estaba dedicado a Ninurta, dios agrícola y de la guerra, entre otras cosas. Algún rabino, en Babilonia, se hizo un lío y se coló al escribir el pasaje bíblico, pero en todo caso, esto deja claro que todo el mundo hablaba de Nisroch, para bien o para mal.

Su carácter divino se afianzó en tiempos de Babilonia, aunque con el problema de que perdió la parte lúdico-festiva y sexual. Para los babilonios el sexo andaba más relacionado con la fertilidad, con lo que directamente le convirtieron en el jardinero de los dioses.

Y en ese cómodo papel es donde lo encontramos en los relieves, bendiciendo a las plantas de los jardines y las huertas, para que el dios Marduk pudiese regalarle todos los años unos calabacines a Ishtar, a pesar de que ella cocinar, lo que se dice cocinar, cocinaba poco. Visto en perspectiva, es toda una carrera con su licenciatura final en divinidad.

Nisroch pasó de matón altamente peligroso, que limpiaba los trapos sucios de su jefe y organizaba sus fiestas privadas con bailarinas exóticas, a suplantarlo y quedarse con su barrio y sus negocios, para finalmente acabar sus días en un retiro otoñal y agradable cuidando una bonita huerta, como si de un anciano padrino mafioso se tratara. Sin duda Mario Puzo habría escrito una interesante novela con su historia.

Fuente de consulta: historiasdelahistoria 

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biz.